La melancolía del amor; Cap 4
Ficha Técnica:
Autor: Garcia Diaz Erik Mauricio
Titulo: "La melancolía del amor"
Editorial: Independiente
Año: 2015
Genero: Novela romántica/ suspenso
"La melancolía del Amor" Capitulo III
Judith toco con delicadeza la puerta de la habitación de
Gina, aun no hacia su aparición la radiante estrella de fuego en el horizonte,
en el firmamento aun reinaba el imperio nocturno de la luna, sin embargo ese
dia era una fecha especial para ambas jóvenes.
-
Hija, ¿Me permites la entrada?
Gina despertó y aun con una notoria cara de sueño vio la
hora y contesto:
-
Claro madre, pero… ¿Por qué esta despierta a
esta hora del dia?
-
¡Hay Gina! ¿Acaso es que olvidaste que fecha es
hoy?
Junto a esa frase la perilla de la puerta dio vuelta y casi
de un salto Judith ingreso al recinto de su hija, con un pequeño pastel de
chocolate casero recién cocinado por ella y una pequeña vela en el centro de
este.
-
¡Felicidades Hija!, Hoy cumples 18 años, ya
eres toda una señorita, Tan solo observate, una bella y risueña dama de 18 años
de edad tan llena de osadia y juventud, Tu padre estaría tan orgulloso de verte
asi. El siempre planeo como festejaría esta fecha tan especial, era un logro
para el haber tenido una hija como lo eres tu Gina.
Gina se quedo inmutada de dicha sorpresa y un poco
adormecida, ella había olvidado esta fecha por motivos del instituto que
mantenían su mente demasiada ocupada como para recordar su fecha de nacimiento.
Sin embargo su característica sonrisa desvelo la felicidad que sintió al saber
que ya tenia 18 años, que su madre había preparado un pastel para la fecha
especial y abrazo a su madre casi tirando al suelo el delicioso pastel que
había horneado su madre.
-
Oh, lo siento madre, casi tiro el pastel que me
haz horneado, estoy muy emocionada, muy contenta, gracias por esta maravillosa sorpresa.
- y mientras caminaba hacia su balcón exclamo
-
Me hubiese encantado que mi padre estuviera
celebrando conmigo este día
-
Gina… recuerda que tu padre está siempre con
nosotras, su esencia, como tu lo sabes bien, se encuentra inmersa en nuestros
corazones asi como en nuestro hogar, porque el esta junto a nosotras y se que
no le gustaría verte con esa cara de tristeza, así que no te pongas nostálgica
y mejor disfruta tu pastel, vamos come un pedazo, está hecho por tu bella madre
y con mi receta secreta que te ha fascinado desde pequeña.
Mientras hacía un guiño a su hija, ambas comenzaron a reír
y el ambiente estaba repleto de alegría y celebración, Gina y Judith eran tan
felices en esos momentos…
Después del excelente momento en su habitación y después de
haberse deleitado con el extraordinario pastel. Judith tomo la mano de Gina con
mucha delicadeza y la llevo hacia su corazón.
-
Hija, ¿Sientes esos latidos?
-
Claro madre, esta acelerado tu corazón. ¿Por
qué?
-
Gina, tu haces latir este corazón, día a día tu
eres la que hace que este órgano bombee sangre a todo mi cuerpo, porque tu eres
mi sangre, viviste dentro de mi durante 9 meses y te alimentaste de mi, tu
fuiste parte de mi sangre y por tus venas corre mi sangre, Sin ti, este corazón
lentamente dejaría de latir y encontraría su trágico fin, porque la tristeza
seria mi afin, pero no es así, porque te tengo, soy una persona bendecida
porque aunque hace ya algunos años perdí a tu padre, tu estas aquí, conmigo,
junto a mi, y eso… eso es lo único que me importa y hace feliz, Ya 18 años y se
que toda mi vida estaremos juntas mi amor, es una promesa…
Gina se quedó sin nada que decir… y después de observar la
cara de su madre, supo que ninguna palabra podría interpretar lo que ella
sentía en su interior, asi que simplemente sonrió y lentamente acaricio la
mejilla de su madre mientras le decía Te amo Madre.
Judith le pidió a su hija que se diera una ducha y cuando
ella saliera del baño la esperaría una gran sorpresa, entonces la joven dama
acato el pedido de su madre, se levantó despacio de su cama y entro al tocador.
No pasaron ni 15 minutos cuando Gina salió del tocador, con su bata rosada y un
olor a vainilla producto de su colonia para baño, el cual era distintivo de
ella, era un olor que caracterizaba a la joven chica. Mientras miraba su cama,
en ella observo un objeto envuelto en un papel mate, con un pequeño moño en el
y una nota que a legua se notaba estaba escrita por su madre, antes de abrir el
obsequio se detuvo a leer detenidamente la nota en el.
“Querida Gina, este obsequio es un regalo que planeábamos darte
cuando cumplieras tus 18 años de edad, tu padre escogió el diseño y mando a
costurarlo con las mejores telas que el comerciaba, cuando solo tenías 5 años,
pero decidimos guardarlo para esta ocasión especial, en el está impregnado el
cariño de tu padre y el mío, tu padre siempre me decía que el día que portaras
este vestido, todo el bosque de Santo Tomas cobraría vida simplemente para
admirar la magnificencia del porte de una figura celestial como lo era la tuya
y que aquel dia el sabría que tuvo mas que una hija, tuvo un ángel el cual
siempre amaría, y tenia razón… Tu eres la felicidad en forma de mujer, de angel”
Con
amor: Tus padres.
Después de eso Gina desenvolvió el obsequio y cuál fue su
sorpresa al ver un hermoso vestido largo, albo, con bellos detalles de costura,
con una tela tan delicada y a la vez tan fuerte que lo hacía un vestido de
calidad de hechura, con un moño en la parte posterior y con pequeños diamantes
en el área del encaje satinado que rodeaba su pálido cuello. Ese vestido sin
duda alguna fue hecho con las telas que comerciaba su Padre, Gina sabia
reconocerlas muy bien, mientras admiraba aquel magno vestido, su madre entro a
la habitación y al ver esos ojos de felicidad por ese vestido su madre sonrió y
se acercó hasta donde se encontraba Gina.
-
Hija, Que bonito es este vestido, te quedara
perfecto, hará resaltar aún más tu belleza. ¿Te gustó Gina?
-
¡Me encanto!, es tan esplendido, tan majo, tan
bello… ¡Muchas gracias madre!
Y mirando hacia su tocador, en donde había un pequeño
cuadro con la imagen de su padre, y con una bella sonrisa la cual siempre
caracterizo a la joven susurro…
-
Muchas gracias padre, se lo mucho que me amas,
se que lo que mas hubieses deseado es verme portar este hermoso vestido con alegría,
con dicha, se que sea donde sea que te encuentres estarás feliz de verme asi,
gracias a ti y a mi madre soy la mujer que soy ahora, ¡Te amo padre!
Mientras se consumaban esas palabras Gina llevo la imagen
de su padre al pecho y acto seguido le dio un beso, un beso que significaba
alegría, un beso como el que jamás se había dado antes, que significaba todo y
que la joven depositaba en el toda su esencia, todo su calor, todo su
agradecimiento y amor.
Gina no cabía de felicidad, se sentía exaltada y contenta,
ya había cumplido 18 años, ya era una joven señorita y poseedora del mejor
regalo que pudiesen obsequiarle, un peculiar y bello vestido diseñado y
elaborado con las telas de su padre, ese obsequio paso a ser la adoración
tangible de Gina durante mucho tiempo.
Después de ver la cara tan feliz de su hija, la señora
Judith se regocijaba con el alma inocente y alegre de ella, dejo de lado su
melancolía interior que permanecía día a dia por su esposo y dejo que Gina la
contagiara con sus lágrimas de felicidad, se aproximó hacia donde la joven
danzaba con su obsequio, cerca del balcón y acaricio su cabello, lentamente,
hasta que su mano descendió hacia su cara, con esas suaves manos acaricio sus
mejillas y le dijo:
-
Gina, ahora que te veo bailar junto al balcón y
con el sol alumbrando tu cara, me doy cuenta de que eres un ángel sin alas, en
este mundo terrenal, lleno de tristezas y maldad, pero que tu con la alegría e
inocencia que irradias mejoras el mundo simulando ser un paraíso, borrando las
tristezas de la gente con solo ver esa sonrisa.
-
¡Gracias madre!, ¿enserio me consideras un ángel?
-
Uno de los más bellos, una criatura de luz,
moldeada a similitud de arcángel, con tu cabello lacio oscuro, que con su
largura ocultan las cicatrices de tus alas perdidas recorriendo tu espalda
hasta desembocar en tu coxis, tu aura color miel ilumina la vida de todos tus
seres queridos, esa es tu misión aquí en la tierra, tu me iluminas, me haces
abandonar este mundo de inmundicias y adentrarme en el paraíso de tu cariño
hija mía. Tu eres mi ángel…
“Soy un ángel”, “Soy un ángel”, gritaba Gina con aquella
inocencia que la diferenciaba de los demas mientras se asomaba por el balcón,
mirando hacia el horizonte y movía sus brazos danzando con ellos, no cabe duda,
ella era un ser de luz, una criatura celestial.
Judith fue con ella hacia el balcón y le dijo al oído que
aun tenía otro regalo para ella, para celebrar sus 18 años, este día sería muy
especial para Gina, su madre, cepillo su cabello, le puso su collar de plata en
el cuello y la perfumo, ¡realmente era tan hermosa Gina!, ya con el fino
vestido y perfectamente bien arreglada, Ella y su madre se dispusieron a salir
con rumbo directo hacia su destino…
Al llegar ahí, un bello jardín les daba la bienvenida,
entre las parcelas de césped yacían de la tierra pequeños brotes de rosales
blancos y rojos, algunos tulipanes nacian entre la vereda, algunos cipreses se
observaban detrás de los rosales, algunos con formas de arco, otros en su forma
natural, todos muy bellos y verdes a pesar de la temporada otoñal. Al final del
jardín se encontraba un pequeño camino el cual estaba repleto de grandes
abedules y robles a los costados formando un túnel natural el cual era la
entrada para llegar hacia donde las mujeres se dirigían.
Al final del túnel las esperaba unas escaleras que daban
hacia un salón, el portón principal estaba abierto de par a par y en la entrada
una tercia de caballeros les daba la bienvenida, al ingresar al recinto la
joven musa se quedó pasmada al ver el salón repleto de invitados de la ciudad,
mesas adornadas rodeando el salón y en la parte superior, en un palco se
encontraba la sinfónica donde ella tocaba. El salón estaba adornado
completamente pareciese que en el lugar se celebraría algún festín real, pero
aquella festividad no era para una reina o una princesa, era para ese pequeño
ángel terrenal de nombre Gina.
Gina no podía creer lo que sus ojos veían, estaba tan
sorprendida que no sabia que decir o que hacer, simplemente sintió la mano de
su madre en la cintura que la impulsaba hacia delante y juntas caminaron entre
aplausos y saludos de los invitados, mientras la sinfónica tocaba una bella
melodía ellas avanzaban hacia la mesa principal en la cual había sobre ella una
gran pintura la cual era el retrato de su padre.
¿Acaso esto es solo un sueño?, ¿La mañana aun no llega y
Gina seguía inmerso en su profundo descanso? Ella no podía creer lo que estaba
sucediendo, fue una gran sorpresa, sintió la mirada de su madre y volteo a verla.
-
Gina, esta es tu gran sorpresa, espero la
disfrutes mucho, yo trate de organizarla lo mejor que pude para ti, para
celebrar tus 18 años, se que tal vez no sea muy onerosa la celebración pero
todo fue de una manera especial para ti.
-
Gracias madre, esto es… es tan especial, tan
perfecto, es como un sueño que se está cumpliendo, estoy tan feliz, no puedo ni
hablar.
La madre solo sonrió y ambas tomaron asiento para iniciar
la gran celebración.
La sinfónica tocaba mientras los invitados y la joven Gina
consumían sus alimentos, era un verdadero manjar lo que servían en la vajilla
esa noche, todo era tan cálido y fastuoso,
asi continuo la celebración toda la tarde hasta que el sol se despededia de la
celebración y hacia su gran aparición el atardecer y junto a el la luna, la
cual observaba la felicidad que irradiaba Gina ese dia.
Pasaban de las ocho de la noche cuando en el centro del
lugar las parejas se aglomeraban para bailar un vals nocturno junto a la bella
música sinfónica, los caballeros se acercaban a las damas con la intención de
bailar una pieza con ellas, poco a poco se comenzó a juntar la gente en el
centro del salon, Gina observaba el danzar de aquellas parejas gozosas que
movían sus piernas al compás de la melodía. Así pasaban los minutos cuando, de
pronto, la joven observo entre las mesas que en su mayoría estaban vacías, a un
hombre, de buen parecer, sentado al igual que ella, observando a las parejas
bailar, a Gina le llamo la atención al instante, lo quedo viendo fijamente, era
un hombre joven, aproximadamente de unos veintitantos años de edad, alto, de
porte elegante, con una vestimenta pulcra de cautín, de cabello lacio y cenizo,
piel un poco bronceada, labios carnosos y ojos oscuros como la cienega, ella lo
observaba ante la interferencia de una que otra pareja que pasaba bailando por
ahí, pero sin perderle de vista, de pronto el joven volteo la mirada hacia Gina
y sus miradas se cruzaron, ella casi de forma automática al sentir su mirada
clavada en sus ojos, volteo la cabeza hacia el balcón donde tocaba la
sinfónica, y los observo hasta percatarse de re ojo que el joven ya había
apartado su mirada de ella.
Transcurrían los minutos y Gina seguía sentada junto a su
madre disfrutando del baile, volteando a ver de vez en vez a aquel joven
desconocido, sin perderle de vista, sin embrago, cuando ella volteo observo que
el asiento se encontraba vacio y las parejas bailaban cerca de ahí, lo cual le
impedían la vista muy bien, ella pensó al instante con seguridad que ya se
había marchado, asi que regreso la mirada, al momento de hacerlo notó que el
joven se acercaba hacia su mesa, ella solo lo miro hasta llegar a su destino,
El, hizo reverencia cortes ante la señora Judith y la saludo .
-
Buena noche estimada dama.
-
Buena noche joven. – respondió Judith un poco
aturdida-
-
Disculpe mi interrupción y la forma en que me
presento ante usted, el motivo es, con su permiso claro, bailar una pieza con
su bella hija.
Mientras él decía eso volteo a ver a Gina, la señora Judith
también volteo a verla, mientras el caballero le ofrecia la mano a la chica.
-
Caballero –dijo Judith-, por mi parte no hay
ningún problema en su petición, solo debe aceptar ella, si desea bailar con
usted.
-
Bella dama, ¿Me concedería el honor de bailar
junto a usted esta noche?
Gina se ruborizo, sin embargo casi al instante ella asevero
moviendo su cabeza de arriba hacia abajo con notoria timidez y tomándole de la
mano, para levantarse de su asiento e ir hacia donde las demás parejas bailaban.
La noche ya estaba en su apogeo, en el salón los candiles y
sus llamas estaban encendidas, la brillante luz iluminaba el recinto interior y
la música amenizaba el lugar, las parejas bailaban y bailaban pieza tras pieza,
era magnificente el lugar, en el estaban bailando lentamente Gina y el joven caballero,
tomados de la mano, con movimientos burdos de Gina, pero a la vez tiernos y
elegantes, su vestido resaltaba y era digna de cualquier deidad, tal y como
corría en el pensamiento del joven al observarla bailar, al mirar su vestido
girar por el lugar, mientras charlaban conociéndose un poco más. Gina cavilaba sobre el y sentía una rara
sensación.
-
Qué bien baila pequeña dama, ¿Cuál es su
nombre?, si puedo saberlo.
-
Gina, mi nombre es Gina y… ¿El suyo cuál es?
-
Gina, vaya que elegante nombre, le queda a la
perfección, es muy bello al igual que usted, mi nombre es Ricardo, un placer conocerla.
-
El placer es mío joven Ricardo, disculpe si me
escucho muy entrometida, pero… ¿Usted no es de aquí cierto?, su acento es un
poco extraño.
-
No Gina, Yo soy originario de Francia pero ya
hace algunos años radico aquí en España, llegue aproximadamente en 1899, por
motivos académicos y familiares, aquí estoy estudiando arquitectura en la
Universidad de Sevilla.
-
Es muy interesante, y ¿Qué tal le ha parecido
España?, Yo sinceramente pienso que Francia es un mejor país para vivir que
este. La economía está decayendo aquí, se habla mucho sobre una crisis
monetaria dentro de pocos años.
-
Gina, ¿le puedo hablar de tu?, yo prefiero que
tu me hables de esa manera.
-
Claro, no hay ningún problema Ricardo
-
Bueno, disculpa Gina, pero que te parece si
vamos a la mesa por una copa de vino y charlamos sobre nosotros, mis pies ya
están adoloridos de tanto bailar.
-
¡Exacto!, mis zapatillas ya están matándome –
dijo Gina mientras reía junto al joven-
-
Muy bien salgamos de aquí antes de que nuestros
pies no puedan ni moverse.
Gina y Arturo fueron hacia la mesa del joven y ahí se
sentaron a platicar por unas cuantas horas.
-
Gina, como te dije, me vine a vivir aquí porque
a mi padre le ofrecieron trabajo muy bien remunerado aquí, asi que el decidió
venirse a España y todos nosotros deseábamos conocer este país, y cuando tuve
la oportunidad de ingresar a la Pontífice Universidad de Sevilla, no lo dude ni
un minuto, entre a estudiar mi pasión Arquitectura y ahora estoy a muy poco de
matricularme. Mi padre, tiene unos ingresos económicos estables y mis hermanos
y yo estamos disfrutando de este agradable país.
-
Eso es muy interesante Ricardo, yo no he tenido
la oportunidad de conocer Francia, conozco su historia y sus artes, gracias a
mis estudios, pero jamás he visto sus maravillas en persona, es un sueño para
mi visitar sus museos y la torre Eiffel.
-
Es un excelente pais para vivir, eso es cierto,
tiene sus bellezas arquitectónicas y naturales, pero hay algo aquí que resalta
la belleza de esta ciudad, algo que le encuentro especial y armonioso, su mar,
he ido un par de veces a la costa de archeron y es indescriptible, es un
paraíso, el oleaje tan tranquilizante, te llena el alma de una armonía interna,
en lo particular es uno de los mares mas bellos que he visto y el atardecer que
se observa desde ese lugar, es un éxtasis para los mortales y los ángeles,
¡Dios mío, es tan profundo como sus mismas aguas!
-
Bueno Ricardo, en ese aspecto debo darte la
razón, es muy hermoso nuestro mar, toda la gente del lugar sabe que fuimos
bendecidos con la dicha de una costa asi, es un lugar muy atractivo para
propios y foráneos, de echo es el lugar favorito de mi madre y el mio para ir a
caminar todas las tardes para regocijarnos con su paz que nos trasmite.
-
Yo solo he acudido a la bella postal un par de
ocasiones, pero he quedado enamorado de ella, me gustaría tener la oportunidad de
admirarla junto a ti alguna ocasión Gina, eso seria un honor, claro con el
permiso de su madre y si tu así lo deseas.
-
…. Claro Ricardo, seria un lindo momento.
-
Excelente, esperare con ansias aquel dia y
espero sea pronto. Por ahora creo que debo marcharme, esta noche fue muy
placentera y en cuanto concierne a mi corazón muy especial.
-
¿especial porque? Discúlpame nuevamente por mi
curiosidad.
-
Porque jamas había conocido a una deidad personalmente
como esta noche, que fuese poseedora de una bella sonrisa como la suya y una
mirada cautivadora, sus ojos son como los vitrales de las catedrales parisinas
y su boca derrocha el manjar de vino que Dionisio envidiaría, Iluminó la velada
con la llama de su alma y su vestido de suave seda.
Gina simplemente se ruborizo y no supo que
contestarle al joven Ricardo, su piel estaba erizada y bajo un poco la mirada,
aunque a la vez no podía dejar de observarlo, solo miraba las escarolas de sus
mangas que se acerco y tomo su mano, para besarle en señal de agradecimiento y
respeto, a sentir los labios de el en su mano, sintió que su corazón se volvia
una abadía de cariño, se sintió como un poema de zorrilla, como el aroma de la
colonia del joven bailaba en el sentido olfativo de Gina. ¿Por qué tantas
sensaciones en un solo beso? Gina deseaba saberlo desde el momento en que
cruzaron sus miradas…
-
Hasta pronto Gina, un verdadero placer el
conocerle y haber charlado contigo. Linda velada y sigue disfrutando de esta tu
magnánime celebración.
-
Hasta luego Ricardo y muchas gracias por todo
esta noche, hizo lo especial de mi día
en el día perfecto.
Ricardo salió del recinto y Gina aun lo seguía con la
mirada hasta el último instante en que se perdió entre la oscuridad de la
noche, ella suspiro y se levantó de la mesa, la sinfónica seguía tocando y su
madre la observaba desde la mesa principal, así que se dirigió hacia ella.
-
Disculpe madre, si me he tardado, Ricardo y yo
estuvimos platicando y el tiempo se consumió exageradamente rápido.
-
No hay problema Hija, es tu dia, y me da
felicidad el ver que estas feliz, por lo que veo ese caballero te conto varios
chistes, porque aun tienes una sonrisa de par a par…
-
¡Madre!
Gina se ruborizo aún mas mientras se reía junto a su madre
y la noche se acababa asi como la cera de las velas se derretían dando fin a la
celebración. Un dia que Gina tendría en su mente, ya que no solo cumplía 18
años, sino que había conocido a un ser distinguido y atractivo de nombre
Ricardo, el cual mediante unas cuantas sonrisas y palabras había cautivado su artístico
corazón opacado.
Gina estaba por experimentar un bello sentimiento llamado
Amor, pero que cuando se experimenta por primera vez y de forma equivoca la
mayoría de las veces es fatal y desgarrador, pero el vicio del cariño es
lacerante, es singular, no puede detener el virus que ataca nuestro sistema y
nos flanquea con el amor, como un violín y su melodía, como el tocar de un piano
y en el caso de Gina, el pintar de su alma con tonos pastel, en un bello cuadro
de sauce, y con la brocha de los labios carnosos de Ricardo, ella ya estaba en
el territorio del amor, el amor primerizo, De ahora en adelante todo en su
atribulada vida contendría el nombre de Ricardo en él, al soñar, al despertar,
al respirar…. Pronto su corazón enclaustrara a él joven parisino dentro de el
para siempre.
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